Mediodía.
Al menos una semana sin encontrar la salida. La gente va de un lado a otro, sin
brújula y sin radio, disimulan disfrutar, muestran con poses su sufrimiento o
disfrutan encontrarse en este infierno. La vanidad, la estupidez y la pereza,
la mentira y el lujo y el descaro del vómito consumista.
Voy otra
vez al patio de comidas. Me detengo en el McDonalds y compro una hamburguesa.
Pago con la tarjeta de crédito que le robé a una anciana moribunda. El cajero
se da cuenta y me pide un soborno para aceptarla. Le doy dos pesos y se pone
contento.
Voy mofando
la hamburguesa. Está en tan mal estado que a la media hora ya tengo que ir al
baño para evacuar, porque me causa diarrea. Después de limpiarme el orto me doy
cuenta que un yuta está esnifando merca.
-¿Querés un
poco de coca?-Me ofrece el yuta.
-Dale.-Me
sirve un pase. Lo tomo. Quedo re duro.
-Si queres
otro pase mata al viejo que está tomando un café en Starbucks. Hay un cuchillo
que está debajo del bonsái de palmera.
Salgo del
baño, agarro el cuchillo, voy al café. El viejo está medio vomitado.
-Te mandó a
matarme, ¿no?
Dejo que
reine el silencio. Estoy en la duda de si cortarle el cuello o apuñalarlo.
-Te
chamuyó, no tiene más frula. Si volves te pega un tiro.-…Decido cortarle el
cuello…-Y si te interesa salir de acá yo se como podés hacerlo.-Me detengo. Lo
miro.
-Te
escucho.
-¿Vos sabes
que es este lugar?-Me pregunta el abuelillo.
-Es un
mall.
-No. Este
es Él Mal.-Lo miro.
Pienso
“¿Cómo puede esto ser el mal, si el mal y el bien no existen, viejo chupa
pija?”. Se ríe y niega.
-Se que no
me creés. Te olvidaste al llegar, al igual que yo, al igual que todos los que
estamos acá, que diferencia había entre lo malo y lo bueno. Parecen ser lejanas
abstracciones de hipócritas… pero viendo este lugar te das cuenta de lo vacío
que deja a todo el que pisa acá.-Asiento ante lo que me dice el viejo hincha
huevos… ¿me tengo que comer la introducción y cuatro capítulos antes de que me
diga lo que sabe?
-¿Por qué
te quedas acá si sabes como salir de este eterno bodrio?
-Yo no
puedo salir. Me quedé demasiado tiempo acá.
Lo miro.
-¿Y como
salgo?
-Mira, yo
soy físico -Sigue divagando…-e Ingeniero nuclear, trabajo por “whatsapp” para
el pentágono. Por eso me pude dar cuenta que era lo que uno tenía que hacer… lo
único que tenes que hacer es todo el camino exactamente al revés de cómo lo
recorriste para entrar.
-¿Solo eso?
Ya traté y no pude.
Comenzó a
reírse a carcajadas.
-¿Cuál es
el chiste, viejo forro?
-La segunda
ley de la termodinámica. Es inviolable, dice que “todo proceso real es
irreversible” o, en castellano “lo hecho, hecho está”.-Dijo desternillándose de
risa.
“nadie
puede volver atrás los pasos que caminó”
Lo miré con
todo mi odio. Lo apuñalé con mi mirada antes de degollarlo.
El cuchillo
corrió para atrás. Se le reconstruyó el cuello, fue al revés nuestra
conversación al él ponerse serio. Volví al baño, dejando en mi camino el
cuchillo. Estornudé toda la cocaína. Mi orto tragó toda la mierda del baño.
Vomité la hamburguesa. Un cajero me dio dos pesos de un soborno y después gané
dinero vendiéndole a McDonalds la hamburguesa, me pagaron a la tarjeta de banco
de una anciana a la que devolví la vida reconstruyendo su cabeza al correr los
fragmentos de un jarrón…
Unas dos
semanas antes retorné al flujo habitual del tiempo.
-Volver del
mal es imposible, por la segunda ley de la termodinámica.-Dijo Ulises, mi
amigo.
-Te
equivocas. Solo es muy improbable.-Le dije.- La segunda ley es estadística. Te
tengo que contar algo que está para que lo escribas...
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