No pasa nada. Es un
día en el que no sucedió nada, era extraño. Generalmente la gente viene a la
playa y a pesar de eso, hace horas que estaba sentado esperando que pasara
alguien o algo por aquí, y no pasaba nada. Pleno, bello y calido mediodía en Mar Del Plata y no había
ni mosca moviéndose por aquellas zonas. Era increíble la nulidad de sucesos.
Me agarre mi termo y
me serví mi mate, que generalmente comparto, agarre mi libro, el que estaba
leyendo, y le pegue una leída mientras humectaba y calentaba mi garganta con un
sorbo al mate. Cerré el termo y guarde mate, libro y termo en la mochila para
poder irme a nadar un rato a esperar que venga alguien. Después de nadar una
hora y media volví a la playa y vi que, siendo pleno enero en un día soleado,
no había nada ni nadie en la playa. Me fije si la mochila era la mía, lo era,
tenia mis iniciales bordadas adentro como había hecho hace un tiempo mi querida
Lorena.
Fui a caminar a la
ciudad y me sentí ligeramente vació (tanto en los pulmones como en los
sentimientos) y extrañado al ver las puertas y las ventanas cerradas. Camine
por calles anchas y angostas, cortas y largas y seguí sin oír siquiera el
crepitar de una hoja. Sentía un gusto amargo que me había dejado el mate y me
dio ganas de pegar un sorbo más, pero cuando lo hice estaba lavado el mate y no
tenía yerba encima. Todo se veía repetitivo. El olor de la ciudad era nulo.
La última calle por
la que pase tenía un cartel de propaganda. Toque el cartel, tenía una textura
liza. En el cartel pude ver algo que me llamo mucho la atención: había una
oración escrita con aerosol que decía “NO PASO NADA”.