viernes, 17 de julio de 2009

Memorias de un Patasucia


Iba tranquilo caminando de noche tarde por la calle cuando pasó un señor blanco como el marfil, que parecía hermano mío, con un sombrero al estilo Gardel y vestido como un vagabundo. Se paró, me miró fijamente a los ojos y me dijo:
¡Señor!, ¡Deténgase! ¿Me podría hacer un favor? ¡Es urgente!-Dijo el señor del sombrero
Bueno ¿Que pasa? - dije - ¿que necesita que haga?
Disculpe mis modales, pero es que necesito algo importante,  yo estoy muerto desde hace cinco minutos- hice un gesto como que me estaba por retirar, pero me dijo algo que hizo que me quedase- tranquilo no estoy loco, es que todavía mi cuerpo no dejo su forma etérea para pasar a ser nada mas que tierra. Como le venia contando antes,  tengo que ir a ver a mi mujer que esta pariendo y le pedí a un ángel que me esperase a que pudiese saludarla a ella y a mi bebe recién nacido,  me morí de un ataque al corazón, ahora me ves así de blanco porque no hay mas sangre bombeando por mis venas. Van a pasar tres personas por la calle hasta que vuelva,  preguntale a la tercera si es Dios o es el Diablo, decile que es de parte de Defiso ,  llamame por este celular al número allí anotado así sabré si voy a ir al cielo o al infierno para dejarle escrito a mi mujer... ¿Podría ser? - me dijo Defiso.
Bueno- dije- que salga bien el bebe o la beba, ¡mis mejores deseos a tu familia!
Defiso tosió y largó un ligero aliento a huevos podridos.
Ehh... podríamos intercambiar la ropa, no quiero que mi mujer me vea así de mal vestido,  ¿te molestaría?- preguntó
Bueno, dale - respondí respetuosamente.
Después de cambiarnos la ropa, el se fue y me saludo afectuosamente.
Pasó un abogado con paso corto, un escribano muy serio trotando, y pasó un señor de camisa verde parecido a un médico, me acerqué a él y le dije:
Señor, ¿Es usted Dios o el Diablo? me envía a preguntar Defiso.
En un minuto le contesto- dijo. Sacó un celular y llamó a alguien.
Al minuto llego una ambulancia. Me agarraron y me pusieron en una camilla con una camisa de fuerza y, entre los médicos que había  allí apareció Defiso. Abrió la boca y con una voz clarísima me dijo:
Soy el Diablo.