jueves, 23 de febrero de 2017

Cuento del otro lado del vacío

Este cuento lo había escrito el 26 de abril de 2011, cuando cursaba CBC. El año anterior, último año del secundario tenía un amigo y compañero de cursada, con quien hablábamos bastante sobre religión (teníamos un cope con lo que es Castaneda y esas cosas que hoy día me suenan a chamuyo), filosofía, política y literatura. El cuento lo estoy posteando sin revisar, salvo porque corregí un error de ortografía), está tal como quedó cuando lo escribí.

Alexandrof estaba bebiendo de a vasos su botella de vodka mientras miraba la fogata en medio del campamento. Segundo a segundo sentía los tañidos de la perdida de su conciencia a manos de la ebriedad y el sueño, pero mantenía forzosamente la vigilia para cuidar a sus camaradas. 
Desde que se murió Vansha el no pudo recuperar su felicidad. Su alegre y sonrojado rostro ya no volvería a ser visto, la mascara que el se había puesto era la del moribundo eterno. 
El frente rojo estaba siendo debilitado por los fascistas, y hasta había rumores de que un nuevo arma, por los germanos creada, era la causa de la rara afección que día a día los diezmaba. 
Suponían que debía ser un nuevo tipo de arma biológica. Los cadáveres extraños, tenían fosforescencias y el único síntoma que antes de la muerte presentaban era una aguda anemia, que terminaba en cadáveres que tenían tanta sangre como una roca en saturno. Miro al cielo, donde a una distancia que para el humano es la misma que la infinitud, hacia una estrella, que le recordaba a su amada. 
Se escucho un susurro siniestro entre las hojas. 
Miro a sus costados y nada encontró. Miro su reloj, las 25:30 marcaba. 
El invierno en Betauri es avasallador, pero en la URRS 
Boreal, el frío es similar, por lo cual podíamos aguantar más que los germanos, quienes vivían en el ecuador de este mundo. 
Tosió unas cinco veces, miro atrás y vio el echillo risueño floreciendo. 
El árbol comenzó a liberar su embriagador aroma que ensoñaba a los soldados, e inspiraba las letras y cantos de batalla durante la guerra. 
Por urgencia Alexandrof abandono su puesto de vigilancia para ir a vomitar el guiso de lentejas y los tres litros de vodka que había ingerido. 
Apenas termino de evacuar su bilis en la nieve, el oyó de vuelta el ruido que antes había oído, aquel escalofriante crepitar de las hojas, pero esta vez vio una sombra que lo miraba fijamente.


Paranoicamente agarro su metralleta y disparo hacia el ser que ante el se encontraba. 
Cuando a el se aproximo, encendió su lámpara para ver a que le había disparado. 
Estaba extendido en una larga superficie el cadáver de un símil a un oso hormiguero, pero con espinas y ojos felinos. 
Alexandrof callo victima de las ensoñaciones que provocole el echillo. 
Al despertar, encontró que, el ser al que le había disparado, al abrirle el estomago a cuchillazos con el motivo de “ENCONTRE COMIDA PARA COSINAR A LA SAL” encontró sangre de hedor a humano muerto. 
Informo el descubrimiento a sus camaradas y decidió temporalmente retirarse del frente de batalla por un corto rato. 
Sin que nadie lo viera recogió un par de flores del echillo, y fue a caminar por el bosque. 
Empezó a buscar un lugar tranquilo y al echillo lo molió entre dos piedras (que el siempre traía a mano para moler el grano que le enviaban para comer en el frente, las cuales nadie sabía el conocía bien de la montaña en la que a Vansha conoció, en donde supo cual era el sentido de la vida en dicho momento y su amor mas profundo a ella expresó) y lo mezclo con bicarbonato de sodio y agua, y lo inhalo, cuan sobrio cerdo. Por un instante sus ojos cerro, e inhalo y exhalo felicidad y relajación. 
Al abrirlos vio a un árbol que en frente tenía, conversando con otro acerca de los invasores que parecían no ser de este mundo, entre los que estaba el y empezaron a nombrar la ubicación de cada uno de los campamentos en los cuales los humanos se hallaban. Ciudades enteras que en los últimos treinta años hubo el humano construido por el tercer planeta de Beta Centauri (Betauri), campamentos de la URRS Boreal y de la URRS Austral, hasta que empezaron a nombrar a bases desconocidas que eran propiedad de los germanos. 
El no tenía nada con que anotar esta valiosa información, excepto por una piedra, y una cuña. Mientras escribía las tres primeras bases, a paso firme y esperanzado (hemos batido al enemigo el pensó) rumbo al campamento, recibió en la cabeza una bala de plomo nazi. La piedra no fue capturada por los germanos, quienes la tomaron por una piedra cualquiera, y recogieron el cuerpo del muerto Alexandrof para ver como estaba llendo su nueva bioarma, a la cual el sovietico había liquidado. Solo les quedaban diez de aquellos energumenos. Tambien por el hecho de que la carne de los sovieticos era mas tierna que la de sus vacas, y prendia mejor al fuego por las grandes cantidades de alcohol que tenían en la sangre… sercanas a sangre disuelta en alcohol. 
Mientras los germanos confiscaban la res que habían recogido mientras se les congelaban los labios los la baba que caía de sus bocas pensando en el manjar que iban a comer, los arboles contemplaron la roca con cierta curiosidad. Tambien les dio miedo que los fascistas, capaces de comer a un individuo de su propia especie, temieron por lo que pudieran hacer con ellos, que ni siquiera eran del planeta que les había dado origen. Decidieron alertar a los sovieticos durante sus sueños de echillo (los sueños de hechillo de estos hombres) de la posición de la piedra y otras informaciones que dieron un final a la guerra mas optimista que el esperable

No hay comentarios.:

Publicar un comentario